Cuando la nombró, me resultó raro:
-¿Olvido?- le dije.
- Si, así se llamaba - me contestó- era mi tía.
No sé porqué no pude dejar de pensar en aquél nombre. ¿Cómo alguien podía llamar así a una hija? ¿Cómo la esperaban? ¿Sería bienvenida?
Si el nombre se elije desde el sentimiento y en eso se vuelcan nuestras ilusiones y tal vez esperanzas de que se emule a algún héroe o a alguna heroína. ¿Olvido? ¿Qué mote, que apócope habría tenido? ¿Qué diminutivo que denote inmenso amor en pequeñito?
Quise saber todo y empecé a hacer preguntas. Llamé a familiares y hasta a conocidos. Nadie sabía mucho, sólo que había muerto pero no recordaban ni cómo, ni cuando ni dónde. Tampoco dónde estaba.
Alguien creyó recordar que vivía sola y que nunca tuvo novio ni esposo ni amante ni nada.
Pasó inadvertida y hoy no hay para ella ni recordación, memoria o añoranza.
Entonces me dije que si el nombre es marca y determina, decreta o destina, para ella se había cumplido el hado al designarla, y parecía increíble, pero hoy para todos, irremediablemente…Olvido…estaba olvidada.
Cristina Kovacevic
Cristina, ¡qué historia y qué hermoso juego de palabras! Lo bueno, si breve, dos veces bueno.
ResponderEliminarAternando contrases: Olvido-recuerdo
ResponderEliminarque belleza lo que queres decir en Olvido!!!!!
ResponderEliminar