Nuevo Taller

Todo nuevo:Horarios , días y temática. Lugar:Corrientes 328. Local 4. Días Martes 18hs Sábado a las 10 y posiblemente el viernes a las 18 para ¡principiantes!. En los dos primeros el motivo o línea conductora de este año será Cortázar . Junto a él iremos transitando los secretos de la escritura. Espero vuestra presencia y estimaré muchísimo su divulgación. Comenzamos el martes 11 de marzo a las 18.































miércoles, 8 de septiembre de 2010

Refugios




Alguien dio el aviso y todos corrimos hacia los refugios. Fue tan estrepitosa la carrera y el ascenso que nos empujábamos sufriendo heridas y golpes. Debíamos cuidarnos de las caídas para no ser pisoteados.

Logramos ponernos a salvo justo cuando entraban, podíamos verlos. No sabíamos cuántos eran porque el grupo caminaba sigiloso, escondiéndose, para evitar ser advertidos.

Nosotros nos uníamos en un abrazo estrecho, tan ceñido que tratábamos de contener la respiración, temerosos de ser descubiertos. Era tan silente el paisaje que nos rodeaba que sabíamos que el más insignificante de los movimientos podía delatarnos.

El temor se acrecentó cuando vimos que tenían armas que trataban de disimular entre sus ropas.

Los pequeños, siempre inquietos y bulliciosos, empezaron a reírse y eso hizo que se fueran tentando unos con otros. Para ellos, esto que estaba sucediendo debía ser muy divertido pero los mayores hacíamos esfuerzos casi imposibles para acallarlos y como no sabíamos como amortiguar sus estridencias, comenzamos a taparles la boca con nuestras manos.

El grupo avanzaba hasta que al quedar justo debajo de nuestro escondite, se detuvo abruptamente.

Temimos que hubieran oído a los niños que con jadeos ahogados querían desprenderse de nuestra presión.

Pero no, siguieron, los vimos avanzar otra vez y alejarse. Y cuando habíamos empezado a quitarnos un poco la ansiedad y la impaciencia, oímos un grito clamoroso desde el exterior, desde la vereda de enfrente. Fue tan inesperado, que hizo que los que estábamos en nuestro escondrijo perfecto, oculto, clandestino: la copa del árbol más frondoso del terreno baldío de la vuelta de casa, estuviéramos a punto de perder el equilibrio. Caeríamos al suelo como un racimo de uvas maduras sobre una alfombra tupida de flores silvestres. De nuestra fortaleza amurallada, espesura verde de sauces llorones y de enredaderas donde éramos Tarzán, Nioka de la selva, temibles piratas o intrépidos exploradores.

Era mi mamá, llamándonos a mi hermano y a mí:

- ¡Chicos… a tomar la leche!

Cristina Kovacevic