Todos los días iguales, la máquina de coser, arrimada a los entornados postigones de la vieja ventana. Un transistor sobre una repisa, sintonizado en un programa de chismes de la farándula.
Fuentes Fuentes, detrás de la máquina, pedaleando. Cara ovalada, con medios anteojos cabalgando sobre su prominente nariz ganchuda. Sus ojos de perdiz viajan de la costura a la ventana, fisgoneando lo que pasa… o no pasa fuera de su cuarto de costura , en el pequeño jardín , en la vereda, en la calle, en las casa de enfrente. Como si sus ojos tuvieran un Zoom…Un día, lo que espera desde hace tiempo.
A la puerta de la casa de enfrente estaciona un auto. Abandona la Singer y encogiéndose, como si tuviera gran estatura se para detrás del postigón, al acecho.
Desciende una mujer que furtivamente entra a la morada y el vehículo arranca presto, sin que el sastre pueda identificar quien va al volante. Rebullesen en su mente preguntas tales como: ¿de dónde viene?, ¿habrá pasado la noche fuera de la casa?, ¿sola o con alguien?, ¿con quién?, ¿cuando salió? “Si hubiera salido hoy yo la habría visto” – se contesta – “…desde temprano estoy trabajando en este maldito traje, un infeliz más que se casa”.
Se habla mucho de esta mujer, ¿que habrá de verdad? No es para menos, con el nombre que tiene,…Afrodita, su figura y su estilo al caminar.
Tan absorto está en sus pensamientos que no nota la presencia de su esposa, a la que Fuentes, bautizó para sí mismo y mal, “Pitonisa”, ya que siempre parece predecir el futuro.
En realidad, Pitonisa más bien se parece a Medusa. Pelos gruesos, enredados, desaliñados. Ojos brillantes, fríos, poderosos. Los dientes incisivos asomando de esa boca ácida. Y en realidad no predice el futuro sino que adivina los pensamientos de su marido.
-¿Qué hacés espiando por la ventana… viejo baboso…? – gruñó mientras lo fusilaba con la mirada.
-Estoy…estee… tomándome un respiro…- contesta con su voz de pito, rehuyendo la mirada,mientras se sienta en su lugar de trabajo y piensa, tengo que saber en que anda esta mujer.
Afrodita sabe que desde hace tiempo, el sastre la espía…y murmura para sí: “si este hombre habla y descubre mi secreto la voy a pasar mal.” Sus salvajes y seductores labios le tiemblan ligeramente, algo que raramente le ocurre, ya que es de espíritu aventurero y vive sin miedos.
Afrodita repite estas apariciones, varias veces en el mes, y cada vez que lo hace… siente los ojos de perdiz…detrás de la ventana, espiándola.
Uno de esos aburridos, típicos días de Fuentes, el fisgoneo da resultados, ve descender del auto a su vecina y un joven de aspecto atlético, triangular, a la distancia parece ser más joven que Ella.
Fantasea a más no poder acerca de la relación de ambos y queda petrificado junto a la ventana. Siente debajo del estómago un cosquilleo que lo pone eufórico, y rememora… “yo experimentaba esta sensación siendo adolescente, los primeros tiempos de casado con Pitonisa, cuando íbamos juntos a la cama, y con una amada clandestina, que supe tener.”
Abstraído en sus pensamientos, no oye el rechinar de la puerta del cuarto, y los pasos de su mujer, sobre el crujiente piso de madera.
-Fuentes, vos seguís con lo mismo…- le brama
-Bue…no,… A…Afrodita y ese joven me hacen a…cordar cua…cuando éramos jóvenes- balbucea El, apretando las piernas, tratando de detener el cosquilleo que siente debajo del vientre.
-Vos no sabés nada- le replica
-¿Qué yo no sé nada, sobre…?-Pregunta, sobresaltado.
-El joven es sobrino tuyo, el hijo bastardo de tu hermano, el que tuvo con la mina esa…ponete los anteojos de ver lejos… estúpido,…“la vecinita”… tiene mi edad.-remarcó.
Lo que no saben, es que Afrodita, guarda un secreto,…bajo 7 llaves,…no sabe cuál de los hermanos Fuentes es el padre de su hijo.
Ing.César Cati
