Nuevo Taller

Todo nuevo:Horarios , días y temática. Lugar:Corrientes 328. Local 4. Días Martes 18hs Sábado a las 10 y posiblemente el viernes a las 18 para ¡principiantes!. En los dos primeros el motivo o línea conductora de este año será Cortázar . Junto a él iremos transitando los secretos de la escritura. Espero vuestra presencia y estimaré muchísimo su divulgación. Comenzamos el martes 11 de marzo a las 18.































jueves, 29 de abril de 2010

Inés


Era una conmoción. No porque sonara el timbre del teléfono, sino porque al atender y preguntar:

-¿Quién es?

Si quién contestaba decía Coco ahí sí se producía el sobresalto, el shock y entonces como una asonada, una revuelta, un tumulto, todos empezaban a correr buscando por toda la casa al grito de:

-¡Coco…Coco!

Todos detrás de la destinataria del llamado, Inés, quién también se sumaba, entonces, al jaleo hasta llegar ruborizada a atender la comunicación.

Coco, el compañero eterno. El condiscípulo, el amigo.

Juntos cursaron el Colegio Secundario. Juntos estudiaban, compartían tardes de barcitos y charlas eternas, de café con sacramentos o de chocolate con vainillas. Tardes de cine y de paseos por el parque.

De visitas.

Nada más.

Pero Inés y su familia siempre esperaban que Coco llegara a algo más: a declararle su amor, a pedir su mano a los padres para visitarla como novio, a proponerle casamiento.

Pero no.

Coco la invitaba a ver la última película estrenada, a escuchar a la Orquesta Filarmónica de Estrasburgo, al teatro, pero nada más.

Y así fueron pasando los años, esperando que Coco se anime, se decida, que concrete.

Pero no. Nunca. No.

Coco vivía con su mamá, los dos solos. Cuando él invitaba a Inés a pasar una velada de cena y televisión en su casa, siempre, era compartida por Marta, la mamá de él, siempre presente, los tres.

Cuando Coco e Inés estaban próximos a cumplir los cuarenta años, Marta enfermó gravemente y Coco, viendo como su madre empeoraba día a día, empezó a enfermarse también.

Marta murió una tarde helada de junio.

Coco no pudo sobreponerse, murió de pena, inmensamente deprimido, tres meses después, cuando septiembre, brillante y tibio, llenaba de colores los parques.

Inés hoy, muchos años después, se sobresalta cuando cree que suena el teléfono.

Cristina Kovacevic

3 comentarios:

  1. Cristina que hermoso, como todo lo que escribis me gustó muchoooooooo!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Cristina me trajo a la memoria un caso que conocí, muy parecido, en cuanto a la relación Madre-Hijo, descrpta con las palabras justas.
    Excelente

    ResponderEliminar
  3. La esperanza de Inés debiera haber nacido junto a la muerte de Coco, ¿no te parece? No era demasiado tarde todavía. Pero no siempre se pueden aprovechar las oportunidades. Un buen relato, Cristina.

    ResponderEliminar