Atendió el teléfono solamente porque quién lo llamaba era su esposa.
No era fácil cancelar todo y salir, pero el mensaje exigía premura.
Manejó los veinte kilómetros que lo separaban del pueblo agrícola con impavidez, así como se mostraba desde que recibiera el aviso. Imperturbable.
El comisario lo atendió fríamente y sin que lograra despejar un poco su mente de tantos interrogantes, continuó su viaje hacia la hacienda.
Al ir acercándose a la tranquera vio que ya se estaba aglomerando la chusma, que pujaba por entrar mientras un grupo de guardias lo impedía.
Detuvo su auto, se bajó y lentamente comenzó a avanzar para identificarse. Los mismos guardias hicieron un cordón que se abría a su paso al tiempo que le servían de protección.
Llegó a la entrada principal y recién ahí, ante tamaña realidad, empezó a conmoverse.
Cristina Kovacevic
Un cuento con final abierto que ,como primera impresión para el lector, exige al autor un :¿cómo sigue?.Una segunda lectura muestra con brillantez una faceta del temperamento de los humanos.Una joya
ResponderEliminar!!!!Cristina no dejas de sorprenderme en cada relato este me pareció!!!excelente!!!!!!!
ResponderEliminarUn relato interesante que abre las puertas de la imaginación.
ResponderEliminarGracias por tan alentadoras palabras...hacen volar.
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