Nuevo Taller

Todo nuevo:Horarios , días y temática. Lugar:Corrientes 328. Local 4. Días Martes 18hs Sábado a las 10 y posiblemente el viernes a las 18 para ¡principiantes!. En los dos primeros el motivo o línea conductora de este año será Cortázar . Junto a él iremos transitando los secretos de la escritura. Espero vuestra presencia y estimaré muchísimo su divulgación. Comenzamos el martes 11 de marzo a las 18.































domingo, 26 de diciembre de 2010

Felicidad


Los veo en el escenario.Son músicos y cantantes.Las miradas circulan y hablan de lo mismo.No les hace falta decir que lo disfrutan.Allí arriba son felices , a pesar del miedo escénico , del temor a equivocarse, de la preocupación por saber si gustarán al público o no, son felices.Puedo verla a esa dama tan esquiva.
Ahora son cocineros que se afanan por hacer el mejor plato, comparten mesas y calderos con otros cocineros y cocineras.Se ríen ,bromean , disfrutan el momento.También la felicidad circula por allí.Parece una copa de vino burbujeante, miles de luces que estallan, la cosquilla de la que tanto se habla y no se puede definir con palabras.
Algún filósofo dijo que hay que atraparla , que son instantes, que no hay que esperar que dure mucho, va y viene.
Yo la siento muchas veces, por ejemplo ahora , que la vi en los cocineros y en los músicos, y me hace escribirle estas palabras.Ella se me entrega, aparece en ese entusiasmo que suscita una idea que pide ser atrapada en una pantalla, como lo estoy haciendo aquí

sábado, 25 de diciembre de 2010

Más premios

Esta pieza ,más de orfebre que de escritora ,participó en el CONCURSO DE NANORRELATOS ESCULPIENDO HISTORIAS originado en España.
Para disfrutar


NARCISISTA

Satisfecho por la imagen concebida, se ahogó .

Liliana Savoia


Juntas

Cristina Kovasevik y Liliana Savoia arrimaron su arte . Escultura y escritura se expresan con dos lenguajes diferentes en un solo decir.

Camino


Cuando el camino que estés transitando,

te ofrezca desvíos…

Aguarda.

No te apresures, siéntate tranquilo.

Mira el horizonte, pero más que eso,

mírate a ti mismo.

Y siente…

Siente hacia adonde te envía el instinto,

el pecho, las ansias, todos los sentidos.

Y entonces, amigo, cuando ya estés listo

y desde el corazón, ya estés decidido…

Camina…

Marcha con firmeza, inmensamente vivo.

Pone en ese instante todo tu coraje,

tu fuerza, tus ganas, porque has elegido,

y si es desde el alma…

¡Ese es tu camino!

Cristina Natalia Kovacevic

viernes, 17 de diciembre de 2010

MUJER


La cabeza estalla,

se estrella,

se aplasta.

Víctima inocente

de la furia brava.

Pierde la consciencia,

está desamparada.

No puede correr,

huir,

protegerse.

Está acorralada,

no es libre,

depende,

el vínculo ahoga.

Se siente su carga.

Pero el renuevo,

que crece y reclama,

la llena de calma,

y entonces resiste.

Levanta la vista,

se erige, inmolada.

Y como si estuviera

íntegra,

intacta,

se arranca la afrenta,

la desesperanza

y sale dejando

otra vez, como tantas,

todas sus miserias

a puertas cerradas.

Cristina Kovacevic

ESCRITORA INCANSABLE

Cristina Kovacevic es otra integrante del taller que despliega una actividad muy intensa como se leerá a continuación:

Participación en la 4ª Muestra itinerante de artistas plásticos y escritores del mundo "UN MONUMENTO DE PAZ" con la poesía "Deseos". Biblioteca Dr Juan Alvarez en mayo de 2008.
Diploma de reconocimiento al Mérito, el Conservatorio Literario de Rosario por el poema "Fantasmas" el 27/09/08

"El Punto", poesía, forma parte del libro "Extraña pertenencia"- Selección de textos de Ed. Dunken 2008

Participación en el Libro de los Talleres de Ed. Dunken 2008 con "Misa"
El cuento "Provocación" forma parte del libro "Cantares de la incordura". Selección de textos de ED. Dunken 2009

"Fantasmas" forma parte de
la Revista "Asterión Literario", julio 2009, del Centro Avatares de BsAs.

El cuento "Interlocutor válido" forma parte del Libro Anual 2008 de "NOSOTRAS" Asociación Literaria de Rosario.

En 2008 participación en el Concurso de cuentos de Diario Clarín, del concurso de E.C.A (Escritores Cordobeses Asociados), Concurso Internacional de Poesía de Acebal "Plaza de los Poetas José Pedroni", del Concurso d Narrativa del Rotary Club de Santa Fe, Concurso "Nosotras".

En 2009 participación en el Concurso "Mitos y Leyendas Bicentenarias de Ed. Cuenta Conmigo Ediciones. Mandé "La leyenda de los Arrayanes"

Participé de
la Xª Muestra de Pintura y Poesía que estuvo desde el 1º al 15 de octubre de 2009 en la Galería de Arte del Colegio La Salle Rosario.

As. Lit. "Nosotras" Concursos 2009 "Salón Poesía y Color" 2º Premio Poesía "Tortutar"

"Torturar" y "Mujer" (Poesías) forman parte del Libro Anual 2009 de "NOSOTRAS"

Libro de los Talleres de Ed. Dunken 2010

Concurso "Nosotras" , el cuento "REMOLINO" formará parte del Libro Anual 2010

S.A.D.E. XI Muestra de Tridimensión y Poesía desde el 20 al 30 de mayo 2010 Galería Col.
La Salle Rosario Participó el texto "Caminos" con una escultura de Liliana Savoia "Convergencia".

Concurso de Narrativa Celestino González García organizado por
la Asociación Tercer Milenio - Cuento "TERESITA" Segunda Mención. 20/09/2010

Revista Anual S.A.D.E 2010 publicó el cuento "Gris en el suelo".

jueves, 16 de diciembre de 2010

Otro cuento elegido

Este relato de Carmen Retamero , integrante del taller , participó en el año 2004 junto a los de 986 escritores de 25 paises convocados por el Concurso “ISAAC ASIMOV” para la Antología: “VOCES HISPANO-HABLANTES EN EL MUNDO”. Ellá quedó preseleccionada junto a 106 personas más

NOTICIAS


El agudo gemido del despertador se filtró en su sueño y, como todas las mañanas, Telma alargó el brazo para detenerlo. A continuación, con el hábito originado por muchas jornadas de quedarse dormida, lo corrió a la posición de radio para que los primeros informes del día le rasquetearan la pereza. El locutor la puso al tanto de los índices de desocupación, las marchas de protesta, el vaciamiento de los hospitales públicos, el aumento de impuestos, los enriquecimientos ilícitos, el actual periplo de la presidente con su corte de funcionarios. Decidió que, desde mañana, sintonizaría una FM con música para despertarse, porque después de todo: ¿qué ganaba con mortificarse ante una realidad que no podía cambiar? Como decía su jefe: algunos formaban parte de las noticias y otros las hacían. Estiró brazos, tronco y piernas. Apartó la ropa de cama, se puso las chinelas y, todavía aletargada, caminó hacia el baño. Cuando el agua de la ducha repiqueteó en su piel, recuperó la conciencia de su cuerpo. Salió envuelta en una toalla. En el dormitorio se secó la cabeza y sin vestirse todavía, marchó a la cocina para desayunar. Una buena taza de café con poca leche y dos tostadas untadas con manteca y mermelada. Comió con fruición. Dejó el pocillo en la pileta y volvió al dormitorio para cambiarse. Eran las siete y treinta de la mañana de un día lunes. Como anunciaban tiempo fresco, eligió un trajecito de mangas largas. Lo completó con una remera de mangas cortas por si fallaba el pronóstico. Hoy estaba de expedición. Así calificaba Telma a los días ajetreados. Desde las ocho y cuarto y hasta las diecisiete horas trabajaba en una oficina. A las diecisiete y treinta se reuniría en un bar con Julia y Ernesto para completar la tarea de inglés (y tomarse un cafecito, desde luego). A las dieciocho y treinta tendría la clase de idioma. A las veinte horas trotaría hasta el centro para comprar el regalo de Silvia. Y a las veintiuna horas graciasadiós estaría confortablemente instalada en la confortable silla de la confortable parrilla donde se celebraría el cumpleaños. Hablando de confort… optó por un par de sandalias cómodas de taco mediano. Era el calzado más práctico que tenía. Los tacones bajos y las zapatillas no cuadraban con su escaso estilo deportivo y con su aspiración de ser “secretaria ejecutiva”. Hacia este proyecto estaban dirigidos todos los cursos y jornadas, y la disposición de una buena parte de su tiempo libre en horas extras que esperaba le fueran reconocidas en el futuro. Se pintó los labios, se acomodó el pelo y llamó a un taxi por teléfono. Bajó enseguida. Antes de trasponer la puerta del palier vio al coche de la compañía. Cruzó la calle y el taxista le abrió la puerta desde adentro. Charlaron amigablemente y le indicó que la dejara a dos cuadras de su lugar de trabajo. Aún era temprano y podría caminar pausadamente mientras fumaba el único cigarrillo de la mañana. Le pidió el ticket para poder recuperar el costo del viaje y cruzó la plaza aspirando el humo con deleite. A las ocho y doce minutos el semáforo de la esquina le franqueó el paso hacia el inmueble adonde estaba instalada la empresa que la contrataba. A las ocho y trece minutos no pudo encontrar el edificio. Observó el lugar en el que tendría que estar su oficina. Había un tapial deteriorado que aparentemente ocultaba un terreno. Caminó hacia la casa lindante para verificar la numeración. Y ¡sí!, era la correcta: mil doscientos cincuenta y siete. Fue hasta la esquina para confirmar el nombre de la calle. El letrero ratificaba: ‘Santa Fe’. Habiendo comprobado estos datos concluyó que, pese a la familiaridad de la casa de al lado, ella debía trabajar en la cuadra siguiente. Preocupada por lo ajustado de la hora caminó aprisa. Buscó el mil ciento cincuenta y tres de la calle Santa Fe. “¡Pero si aquí trabaja mi prima!”, pensó Telma. Volvió sobre sus pasos, rebasó el terreno y esta vez llegó al mil trescientos cincuenta y tres de la misma calle. Allí estaba el quiosco adonde siempre compraba cigarrillos. Angustiada, decidió confiar su aturdimiento a la dueña del negocio. Con el correr de los años habían establecido una afable relación. Abrió la puerta y lo primero que la golpeó fue la expresión en los ojos de la mujer: amable actitud de vendedora hacia posible cliente.

-¡Rosa!... -exclamó Telma.

La mirada de la mujer se tornó cuidadosa.

-¿La conozco de algún lado? -preguntó.

-¡Soy Telma! -le dijo con un gesto incrédulo.

-Lo siento. Seguramente es nueva por aquí y por eso no la reconozco.

-¿Nueva? ¡Hace veinte años que trabajo en la misma empresa y diez que soy tu cliente!

-No, está confundida. Yo es la primera vez que la veo -dijo. Y sus ojos no lo desmentían.

Telma se negaba a creer en lo que escuchaba. Un intento de protesta murió ante la frialdad de Rosa. Salió del negocio y cerró la puerta. Sus dedos se demoraron en el picaporte. “¿Adonde iré?”, se preguntó. “¡A ver a Lidia!”, se respondió esperanzada. Por lo menos el edificio donde trabajaba su prima seguía en el mismo lugar. El terreno vacío era una burla obscena que aceleró sus pasos. Sin aliento, subió los escalones hasta la puerta de ingreso. Pensó que debía tener un aspecto extraño por las miradas que la asediaban. Esperó impacientemente el ascensor y entró antes de que la puerta terminara de abrirse. Marcó el piso doce. En el trayecto, se miró en el espejo. ¿Esa mujer pálida y conmocionada era ella? ¿Qué paradoja la restituyó al olvidado cosmos de la inseguridad? Se volvió dejando la inquietante imagen acechando a su espalda. El elevador se detuvo. Salió con el mismo impulso con el que había entrado. ‘Romano & Asociados’ funcionaba en la primera oficina a la izquierda del ascensor. Abrió la puerta. Lidia estaba en su escritorio. Reanimada, se inclinó sobre el mostrador y sin esperar a ser atendida, la llamó:

-¡Lidia!...

Su prima se volvió. El alivio inicial tropezó contra una máscara de Lidia que nunca había advertido.

-¿A mí me busca…?

¡También la trataba de usted! Un usted impersonal, distanciador. Telma, que no quería ser desconocida delante de los otros empleados, le preguntó:

-¿No podríamos hablar a solas, en alguna parte, sólo por un momento?

Su prima, o quien fuera, se dirigió renuentemente hacia el extremo derecho del mostrador. Intuyendo que no tendría otra oportunidad, Telma la interpeló:

-¿Tu nombre es Lidia Ramírez?

-Sí -le respondió la nombrada con sequedad.

-¿Y tu madre se llama Lucía López?

Le contestó con otra pregunta:

-¿A qué viene este interrogatorio?

-A que si sos hija de Lucía López, yo soy hija de Antonia López su hermana, y vos y yo somos primas.

-Soy Lidia Ramírez y mi madre Lucía López. Pero mi tía Antonia no tiene hijas mujeres -le espetó con irritación.- No comprendo esta burla. ¡Es mejor que se retire antes de que llame al personal de seguridad! -terminó mientras volvía a su mesa.

Telma no dudaba de la seriedad de su amenaza. Retrocedió sin dejar de mirarla mientras se preguntaba con quien había hablado realmente.

Llegó a la calle sin guardar conciencia de sus movimientos. Una súbita agorafobia la impulsó a hacer señas a un taxi. Cerró la puerta del coche aislándose del hostil exterior. Dio las señas de la casa de su madre. Sin esperar el vuelto, bajó del auto y se precipitó hacia la puerta donde vivía su progenitora. Tocó el timbre y aguardó expectante la presencia consoladora. Escuchó deslizarse la mirilla y sonrió al observador invisible.

-¿Quién es? -preguntó una voz distorsionada por el micrófono, pero innegablemente propiedad de su madre.

-¡Telma, mamá! -contestó con impaciencia.

-¿Quién?

-¡Telma! -gritó, renegando de la gente terca que rechaza los audífonos.

-Debe estar confundida. No conozco a ninguna Telma.

-¡Por favor, mamá…, abrime que no estoy para bromas! -casi sollozó.

Volvió a escuchar el ruido metálico. La rejilla se había cerrado. Los pasos se alejaron y con ellos la esperanza. Trastornada, golpeó la puerta con violencia, pulsó el llamador largamente, gritó su frustración. Se alejó instintivamente cuando escuchó una sirena. Al llegar a la esquina se volvió, para descubrir que un móvil de la policía estaba estacionando frente a la casa de su madre. Un borroso presentimiento la empujó detrás de un árbol viejo y desgajado. Desde ese punto vio a un agente tocar el timbre y a su ¿madre...? salir inmediatamente. Los gestos eran elocuentes. Fundida con el tronco esperó a que desapareciera el auto policial. Tras un largo rato volvió a asomarse. Sólo algunos transeúntes caminando por la calle. Tomó otro taxi: “Córdoba y Paraguay”, indicó. Ahora se dirigía a la casa de Andrea, compañera de trabajo y de sección. Antes de visitarla debía tranquilizarse. Además descubrió que lo que más deseaba en medio de este embrollo, era un café bien caliente. Entró a un pequeño bar de la esquina, eligió una mesa alejada de las ventanas (como si tuviera que esconderse) y ordenó el café. Cuando abrió su cartera para pagar, se percató que en el organizador interior no se asomaba el plástico violeta que forraba su documento de identidad. Revisó con minuciosidad todos los compartimentos e inventarió cosméticos, lapiceras, clips, pinza de depilar, lima de uñas, gafas de sol, un frasco de perfume y varios billetes grandes. (“Ay, nena, siempre con tanta plata encima… alguna vez te vas a llevar un disgusto”). Esa era su verdadera madre. Pero ahora era un alivio poseerlos ante a la desaparición (¿porqué desaparición, y no olvido o extravío?) de sus documentos personales, sus tarjetas de crédito, su agenda electrónica, su celular y sus llaves. Cerró la cartera y salió a la calle. Andrea vivía por Paraguay. Buscó el séptimo “A” en el portero eléctrico, apretó el botón y esperó. Después de un tiempo prudencial, lo volvió a pulsar. Vio a la portera lustrando la baranda de bronce de la escalera y golpeó el vidrio para llamar su atención. La mujer se acercó y abrió la puerta (este sería el gesto más amistoso que recordaría de ese día).

-Buen día -la saludó.

La portera hizo un movimiento con la cabeza.

-¿No sabe si las propietarias del séptimo “A” han salido? -preguntó con ilusión.

-¿Salido? Hace tiempo que ese departamento está desocupado.

-¿No viven ahí la señora de Meyer y su hija Andrea? -insistió.

-Señorita, le dije que está desocupado -reiteró la mujer con paciencia.

-¿Este es el edificio Torre II de Paraguay 866? -perseveró en el interrogatorio.

-Así es. Y si busca aquí a esa señora y su hija, le dieron mal la dirección -dijo con tono concluyente y cerró la puerta.

Telma sacudió la cabeza con una mueca de desconcierto. Sin su agenda le sería imposible ubicar a Julia y Ernesto antes de la reunión de la tarde. Pero sí podría llegarse hasta el domicilio de Silvia. Vivía a tres cuadras de donde estaba. Caminó con menos expectativa que en los primeros intentos. Y aún menos se asombró cuando una desconocida le aseguró que hacía tiempo que vivía allí y no había oído nombrar ni a Silvia ni a su familia. A las siete de la tarde seguía sola en el bar. A las ocho había perdido el deseo de experimentar más fracasos. Se negó a ir al Instituto de Inglés, donde ya sabía que no estaba matriculada, y a una parrilla en la cual no se celebraría ningún cumpleaños. ¡Basta de búsquedas por hoy!

Miró el puñado de billetes que le quedaban. Debía encontrar un lugar para dormir. “Esta noche un hotel, pero mañana me pongo a buscar una pensión”, se dijo con prudencia. A ese dinero tendría que estirarlo hasta conseguir otro empleo.

El Hotel de La Cortada era económico y aseado. Tuvo que pagar por adelantado porque no traía equipaje. A las nueve de la noche estaba refugiada entre sábanas limpias. No había ningún radio reloj sobre la mesa de luz. No le importó. Ya formaba parte de las noticias que otros cambiarían por música a la mañana siguiente.

Carmen Retamero

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Retazos de una madre

por el dolor pasean como niños
bajo la lluvia ajena/una mujer
habla en voz baja con sus pedacitos
como acunándoles no ser/o nunca

Juan Gelman

Espero, delante de la taza humeante a la periodista, se llama Valeria. Para mí el mundo se ha convertido en algo remoto del que sólo me quedan unos cuantos retazos. Fue necesario reunirlos en esta larga travesía de horrores y errores para poder permanecer en la cordura, atravesando historias que abrían paso a otras historias. Sin embargo, estoy segura que el hallazgo de Candela es inminente-

La joven reportera entró al bar. Pidió un café y casi con vergüenza, después de tomar unos sorbos le preguntó:

_ Marta me va a perdonar por ser tan cruda, pero… ¿Qué se siente tener una hija desaparecida?”

Marta bajó la cabeza buscando la verdadera respuesta ante tanta contundencia.

.La mujer tenía los ojos nublados pero una entereza conmovedora

_Sé que a mi Inés la han asesinado, Valeria. No tengo palabras para describir el día de la inhumación de catorce cadáveres pertenecientes a NN en fosas comunes en el cementerio de Moreno. Las bolsas que contenían los huesos exhumados quedaron abandonadas en distintos depósitos o fueron enterrados nuevamente. Luego hubo denuncias sobre inhumaciones irregulares en otros diecinueve, tampoco estaba mi Inés entre ellos. Por eso confirmo que ella fue arrojada al Río de La Plata, en un vuelo de la muerte. Quiero que todos sepan, si usted lo escribe, que trabajaré sin descanso en la búsqueda de mi nieta. Se llama Candela. No sé si es el nombre que hoy tiene, pero para nosotros se llama Candela. Es el nombre que hubiera elegido su madre.

El reportaje siguió y Marta respondió a cada pregunta con la fuerza y entereza que la caracterizaban.

—Yo quería un funeral para Inés. — Su voz sonaba como una plegaria—Pero ellos lo hicieron imposible.Ni ese gusto pude tener: enterrar a mi hija, disponer de un lugar, un universo para las dos. Yo me hubiera conformado con enterrar a Inés. Lo diré hasta el cansancio.

—Este no es el destino final, —Agregó con decisión—Se lo prometí a Inés. En algún lugar nos encontraremos y al abrazarnos sellaremos de nuevo esa conjunción matemática que se formaba cuando lo hacíamos ¿ Te acordás Inés‘ ¿ Te acordas hija?—Valeria no quería interrumpirla. Las palabras sobraban-

—Intento aferrarme con fuerza al trozo de vida incrustado en tu muerte, pero aún vivo, y me queda Candela.—Parecía hablarle a su hija y no a la periodista.

— Estuve muchas veces cuando otras abuelas encontraron a sus nietas, Recuerdo que una tarde fuimos como de costumbre a la oficina del Juez, y de pronto nos mostraron un expediente con fotos de dos nenas. Los nombres coincidían con los de las nietas de Alba, habían estado en Casa Cuna. Yo me di cuenta enseguida de que eran ellas, tenían la misma diferencia de edad que sus nietas. Alba no terminaba de reconocerlas, las veía muy distintas, la más chica era piel y hueso y a la otra le habían cortado el cabello al ras. Percibí que el juez sabía perfectamente qué eran ellas lasque buscábamos…Pero ahora Candela viene. Es verdad viene, yo hablé con ella, vive en Recife, Brasil, aunque habla perfectamente castellano.

Se la llevaron sus padres adoptivos cuando sólo tenía seis meses. Ellos la recogieron sin saber que era la hija de una desaparecida o al menos eso le contaron.Ya lo veremos, lo único que queda para confirmar definitivamente que es mi nieta es que se haga la prueba del ADN, pero yo estoy segura que es ella, auque se llame Micaela. Vi su foto, es parecidísima a Inés, aunque ya pasó a su madre en edad. Mi hija murió con sólo veinte años ¡Que horror¡

Valeria estaba inmóvil. Con el micrófono en la mano. Sin atinar a nada.

— ¡Va a venir, me dijo que va a venir!, aunque no se atrevió a llamarme abuela.

Trazo la geografía de mi existencia en un álbum familiar que se completará aunque quede alguna hoja vacía y quizá vuelva la tranquilidad de hacer un paseo juntas. Preparar una comida de domingo. Un álbum que hable del reencuentro y de todos los reencuentros por que yo, no soy sólo yo, sino que en mi piel hay treinta mil pieles que buscan justicia.

Un Álbum de madre que en los momentos más duros y olvidados sea esa familiaridad que necesitemos para entrar en territorios nuevos cercanos a la sangre. Que cuente la historia de los que ya no están. Inscribiré el nombre de todos en él, porque ellos son también, parte de Inés.

Valeria apagó el grabador y se abrazó a Marta en un abrazo sin tiempo

Liliana Savoia

Primer Premio- Narrativa- 2010

Asociación Literaria Nosotras

Premios y premiados

Sea en el tiempo del taller o antes algunos de sus miembros participaron en concursos y llegaron a ser finalistas entre muchos participantes ,obtuvieron menciones y primeros premios.Aqui va el primero de una serie de muy buenas historias que merecen ser leidas

domingo, 12 de diciembre de 2010

¿LO VIVIRÉ?



Soplarán los vientos, llevándose a su paso todo lo negativo que se interpondrá en su camino.

Los mares se enfurecerán de un modo irracional, las olas chocarán con las nubes que observarán absortas el despliegue de las aguas, si intentaran acechar su transparencia.

Las casas volarán por el infinito confín del mundo, y nadie podrá detenerlas, ellas se sentirán felices haciendo una travesura añorada, dejarán de ser estatuas inamovibles y soltarán ladrillos y se despojarán de un cemento que les presionaba un alma desnuda.

Y la gente flotará entre los árboles, jugando a eliminar penas del pasado, arrojando en su volar pesadumbres olvidadas.

Harán el amor, sin conocer las culpas, se reirán y disfrutarán cada instante como si fuese uno más.

No existirá la maldad, vendrán nuevos matices y el arco iris trasmutará sus tonos por brillo, un brillo incandescente que nos pintará los ojos.

Nos adueñaremos de alguna estrella furtiva, y la llevaremos para que nos alumbre el transcurso de nuestras vidas.

Buscaremos en cada cofre de recuerdos, y lo grabado lo reviviremos, gozaremos cada minuto de dicha, lo triste y amargo lo pondremos en un tubo gigante que absorberá congojas reprimidas.

La muerte estará erradicada del planeta, las enfermedades se irán por una enorme alcantarilla que en un torrente de aguas las absorberán las nubes, para luego rociarnos con agua bendita y lavarnos de asperezas y atrición.

Cantaremos esa música guardada, haremos coros con los pájaros que se posarán en nuestros descansados hombros.

Viviremos en un paraíso, donde abundará la paz, y la felicidad será una canasta repleta de obsequios alcanzables.

Volará mi escoba para que no la toque, mi lavarropas se convertirá en un gracioso arlequín que me alegrará las mañanas, la computadora inventará un gigantesco cine donde podremos ver Candilejas en colores. Pulularán los placeres pero….

¿Lo viviré?

Rita González